En la primera mitad de 2025, Japón superó a Tailandia al recibir 21,5 millones de visitantes internacionales, un récord que ha llevado al país a replantear su enfoque turístico. Ante las crecientes quejas de los residentes sobre la saturación y el impacto en su patrimonio cultural y natural, el Gobierno ha anunciado nuevas medidas de control.
A partir del 1 de noviembre de 2026, se eliminará la devolución instantánea del impuesto de consumo en las tiendas. Los turistas deberán abonar este gravamen al pagar y reclamar su reembolso en los aeropuertos al abandonar el país, una decisión destinada a agilizar el proceso y frenar posibles fraudes.
Desde julio, también se ha establecido un sistema de precios diferenciados en sitios como museos, templos y estaciones de esquí, donde los extranjeros pagarán entre un 30% y un 100% más que los locales. Estos fondos extras se usarán para cuidar y preservar estos lugares turísticos.
El plan incluye límites diarios de acceso en destinos icónicos como el Monte Fuji y, para 2028, la implementación de un sistema de autorización electrónica (Jesta) para viajeros de 71 países exentos de visado, incluyendo Estados Unidos, Reino Unido, Australia y la mayoría de Europa.
Las autoridades aseguran que estas acciones buscan promover un turismo sostenible y proteger los tesoros de Japón a largo plazo, aunque admiten que implicarán costes adicionales y más gestiones para los visitantes de fuera.