El Heiva no es un simple festival: es una afirmación colectiva de identidad. Una celebración que recorre casi siglo y medio de historia y que, año tras año, convoca a miles de personas —locales y visitantes— en un gesto de amor por la cultura polinesia. Su nombre lo dice todo: “Heiva” significa reunión, comunión, festejo compartido. Y eso es exactamente lo que se vive aquí, bajo el cielo estrellado de Las Islas de Tahiti, donde el pasado y el presente bailan al mismo ritmo.
Una cultura que se mueve al son del ‘ori Tahiti
Durante más de dos semanas, la ciudad de Papeete se llena de color, ritmo y emoción. La música retumba desde el legendario escenario de To’atā, donde grupos de más de 100 bailarines danzan el ’ori tahiti, una de las expresiones artísticas más potentes del Pacífico. Esta danza tradicional —intensa, poderosa, hipnótica— narra leyendas ancestrales y evoca mitos fundacionales con movimientos que parecen hablar desde otro tiempo. Cada coreografía es el fruto de meses de ensayo, de pasión transmitida de generación en generación, y de un vínculo emocional profundo con la tierra y sus símbolos.
Pero el Heiva i Tahiti es mucho más que danza. Es también canto, con los conmovedores himene, competiciones vocales que estremecen al público. Es arte y habilidad física en forma de deportes tradicionales como el lanzamiento de jabalina, el levantamiento de piedras o las competiciones de canoas va’a. Y es, sobre todo, una oportunidad única para sumergirse en una cultura viva, arraigada y profundamente conectada con su entorno natural y espiritual.
Artesanía, gastronomía y patrimonio inmateria
El festival rinde homenaje también al talento artesanal de las islas: tallas de madera, tejidos vegetales, tatuajes tradicionales (tatau), coronas de flores frescas o delicadas piezas de cestería llenan los talleres y mercados temporales abiertos al público. Cada pieza es más que un objeto: es una historia tejida a mano, un fragmento del alma polinesia. Lo mismo ocurre con su gastronomía, que se convierte en un festín de sabores marinos y tropicales. El poisson cru, el plato nacional a base de pescado marinado con lima y leche de coco es solo una de las muchas delicias que se pueden degustar durante las celebraciones.
El aura espiritual que impregna el Heiva cobra vida especialmente la noche del 2 de julio, con el ancestral Umu Tī, una ceremonia de purificación en la que los participantes caminan descalzos sobre piedras volcánicas ardientes. Este rito simbólico, que marca el comienzo de las festividades, conecta a los participantes con sus ancestros y con el mana, esa energía invisible que sostiene la existencia y da sentido a la vida en Las Islas de Tahiti.
Heiva 2025: revivir, sanar, preservar
La edición de este año se celebra bajo el signo Fa’ahora, una palabra que encierra un triple llamado: revivir las tradiciones, sanar las memorias y preservar la identidad mā’ohi para las generaciones futuras. Con más de 2.400 artistas y una programación que incluye seis veladas de competición, talleres artesanales diarios y conciertos al aire libre, el festival invita tanto a locales como a visitantes a ser parte activa de este renacer cultural.
Entre el 3 y el 12 de julio, el escenario de To’atā acogerá las presentaciones de 11 grupos de danza y 12 agrupaciones vocales. El día 16 se celebrará la velada de selección de ganadores, y el 18 y 19 de julio los mejores grupos volverán al escenario para ofrecer una segunda oportunidad de presenciar sus deslumbrantes espectáculos.
Una invitación abierta a descubrir el alma polinesia
El Heiva i Tahiti no es solo un evento para ver: es una experiencia para sentir. Una inmersión en una cultura que ha sabido preservar su esencia a través del tiempo, que honra a sus ancestros sin renunciar a la modernidad y que recibe con los brazos abiertos a quien desee compartir su alegría. Porque si algo define a Las Islas de Tahiti, más allá de sus paisajes sublimes, es su generosidad, su calidez humana y su profundo respeto por la diversidad.
En julio, el corazón de Las Islas de Tahiti late con más fuerza. El mana se hace visible en cada gesto, en cada melodía, en cada paso de baile. Y el Heiva i Tahiti se convierte en la excusa perfecta para dejarse envolver por la magia de un destino que no solo se visita: se vive, se celebra y se lleva para siempre en el alma.