El mes de julio en Logroño, sin playa a la vista y con advertencias constantes por el calor, puede parecer intimidante. Muchos locales prefieren escapar hacia la costa, mientras que los turistas suelen pasar solo una o dos noches –tres si incluyen una visita a alguna bodega–, subestimando la riqueza que ofrece esta ciudad ribereña del Ebro. Sin embargo, quienes se detienen descubren una mezcla irresistible de delicias gastronómicas, diversión y cultura que hace de Logroño un lugar para volver.
Esta tierra del vino enamora a primerizos y retiene a quienes la habitan. El verano trae consigo nuevas aventuras, eventos culturales y noches vibrantes llenas de pinchos, música y bares con ambientes para todos los gustos. El patrimonio se recorre a pie, ya que todo punto de interés está a un paseo de distancia.
A continuación, te proponemos una ruta para inspirar a quienes pasan el verano en casa y guiar a los recién llegados, recorriendo iglesias, palacios, puentes, parques y bares emblemáticos que han moldeado la identidad de la capital riojana.
Un paseo por el corazón de Logroño
Oferta cultural, monumentos imprescindibles y planes para todos
Este itinerario es perfecto tanto para logroñeses en busca de ideas como para quienes visitan por primera vez. Comienza en el paseo de El Espolón, donde la estatua del general Espartero y su caballo presiden un espacio que a menudo acoge eventos, actuaciones y exposiciones temporales. Este julio, los más pequeños pueden soltar su imaginación en el taller de cuentos del punto de lectura La Rosaleda.
Bajando por la calle Muro del Carmen, destaca el instituto Sagasta, un edificio emblemático desde 1900 que ha sabido adaptarse a los cambios educativos con el paso del tiempo. Hacia el Ayuntamiento, la arquitectura ecléctica de la Esdir (Escuela Superior de Diseño) llama la atención, y desde ahí se avista la peculiar manada de rinocerontes que este verano ocupa la plaza consistorial como parte de Liderazgo, una exposición del artista cubano Roberto Fabelo que invita a reflexionar sobre el planeta y la monotonía.
No te pierdas la impresionante portada románica de la iglesia de San Bartolomé antes de adentrarte en Ruavieja, la calle más antigua de la ciudad. Aquí brillan tres joyas del enoturismo: el calado de San Gregorio, el espacio Lagares y el Centro de la Cultura del Rioja. Sus exposiciones y actividades conectan a Logroño con su pasado de peregrinos y vino, con opciones como Jugo de uva para niños (lunes, miércoles y viernes) o catas ¿A qué sabe Rioja? para adultos los jueves, donde se exploran las denominaciones de origen en los históricos calados de piedra.
Cruzando en dirección opuesta al Camino, el puente de San Juan de Ortega (mejor conocido como Puente de Piedra) lleva al Casco Antiguo. Una visita obligada es la Casa de las Ciencias, un lugar lleno de recuerdos para muchos niños locales gracias a sus juegos y experimentos. Este verano ofrece talleres infantiles, la muestra La mecanización de la casa, una historia del electrodoméstico y Leonardo Da Vinci y el códex de los cuentos, que revela el lado fabulista del genio.
Volviendo por el Puente de Hierro, una vez la entrada principal tras una riada que destruyó el antiguo puente, merece detenerse a admirar la vista de ambos viaductos. Cerca, las bodegas Franco-españolas combinan su legado vinícola con cultura, ofreciendo Cine de Verano los jueves de julio con clásicos como El apartamento o El golpe.
En la iglesia de Santiago, imagina la vida del apóstol, y subiendo hacia la antigua casa de la Inquisición, ahora Atalaya, encontrarás un mural de los artistas locales Carlos Corres y Carlos López Garrido, creado para el concurso Ruta mural jacobea, con un peregrino barbudo como guardián. El trayecto sigue al Cubo del Revellín y la Puerta del Camino, restos de la antigua muralla, y a los refugios artísticos Sala Amo Salvador y Gota de Leche. Este verano, la primera acoge Crear sin prisa, mientras la segunda cierra su ciclo Desenchufados con Xeneka y La Sagrada Familia, además de talleres como Introducción al Home Studio para jóvenes talentos.
Aunque las artes escénicas descansan este verano, la calle del teatro Bretón merece una parada antes de llegar al Museo de La Rioja, cuya fachada barroca guarda una colección permanente sobre la región y exposiciones temporales como Informes Gráficos y La morada de las nieves para amantes de la fotografía.
El paseo termina en la calle Portales, una vez arteria principal ahora repleta de tiendas icónicas como Dulín (sombreros), la Mariposa de Oro (milhojas), BBCh on Rock (complementos rockeros), Cerezo (libros) o Plus Ultra (souvenirs). Prueba los sabores únicos de la heladería Dellasera y visita el mercado San Blás, un rincón que preserva la esencia de antaño. La concatedral de Santa María de la Redonda pone el broche con su torre de San Pedro abierta este verano; subir sus 138 escalones regala vistas inolvidables de Logroño.
Una guía gastronómica por Logroño
Tapas, vino y verano
La gastronomía define a Logroño tanto como su vino, vivida de pie, sentada o entre risas con una copa en mano. Las terrazas llenas transforman la ciudad en un paraíso para tapear al aire libre.
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La Laurel – El epicentro del tapeo
La calle Laurel es el corazón del tapeo, con bares especializados. El Bar Soriano ofrece su célebre champiñón a la plancha con gamba sobre pan, mientras el Bar Jubera brilla con sus patatas bravas, fritas a la perfección con salsa picante (o sin ella). En medio, el Bar Pata Negra sirve bocaditos de jamón con queso de tetilla o el “matrimonio” (sardina, anchoa y pimiento), y para los dulces, un bocado de Nutella. -
Calle San Juan – El encanto local
Más tranquila que Laurel, San Juan enamora con sus pinchos. En Torres Gastrobar, el minibo caddillo de calamares destaca por su toque gourmet. El Bar Tenessi seduce con su “zapatilla” de jamón o oreja a la plancha, y el Bar García ofrece tostas de jamón con tomate, cabrales, choricillo o cecina con queso. Para endulzar, la pastelería Papín en una travesía propone pasteles veganos, sin gluten, sin lactosa o sin azúcar. -
Restaurantes – Para sentarse y disfrutar
En el casco antiguo, Casa Ríos ofrece caparrones de Anguiano en un patio ideal para el verano. Para algo más sofisticado, Txebiko en Caballerías reinterpreta la cocina riojana con mimo al producto, mientras Kiro Sushi (con estrella Michelin) convierte cada pieza en arte –reserva con antelación. Ajonegro e Íkaro fusionan sabores vascos, latinoamericanos y riojanos para algo diferente. -
Tardeo – Terrazas, vino y tapeo
Con el calor y los días largos, el tardeo cobra vida. A las seis de la tarde, las terrazas del centro se animan con música, cócteles y copas al sol. En la plaza del Mercado, Biribay y Maldeamores sirven vermuts y bebidas elaboradas con picoteo. En Vara de Rey, Wine Fandango destaca con su terraza, carta de vinos y DJ los fines de semana. Es el momento perfecto para explorar sabores, socializar y disfrutar del verano.
Explora los alrededores y otras propuestas
Con el calor, los logroñeses buscan refrescarse en el río Iregua, con zonas tranquilas para bañarse, tomar el sol o disfrutar de la naturaleza. La ciudad es ideal para recorrer en bici: prueba la ruta de El Cortijo y el Puente Mantible o la vía romana del Iregua hasta las Peñas de Nalda, escenario de Un amor de Isabel Coixet. Si prefieres remar, Logroaventura ofrece canoas por el Ebro.
Para los amantes de la historia, el Monte Cantabria alberga un yacimiento cántabro y vistas espectaculares de Logroño. Otros planes curiosos incluyen escape rooms o una visita a Pixel and Games, un local de recreativos con juegos arcade perfecto para una tarde distinta con amigos.