Ni una sola voz de los grandes grupos turísticos ni de sus asociaciones ha alzado la voz para abordar el desorden que marcó la última etapa de La Vuelta en España, sacudida por las protestas violentas de grupos pro palestinos y anti israelíes. Este incidente, más allá de los excesos relacionados con Gaza, ha dejado una mancha en la imagen del país, y sin embargo, el mutismo es total.
Ni Exceltur, ni la Mesa de Turismo, ni CEAV, ni la CEOE, ni siquiera la madrileña CEIM han emitido opinión alguna sobre los graves disturbios de la tarde del domingo en la capital. Tampoco la reservada Cehat, liderada por Marichal, que celebró su junta este martes en Madrid, ha dicho palabra al respecto.
La reputación de Madrid y de España ha sufrido un duro golpe tras los altercados en el Paseo del Prado, y sorprende que ninguna figura empresarial o profesional haya condenado públicamente esta violencia, orquestada con maestría por expertos en tácticas de kale borroka y, según algunos, con influencias yihadistas. El silencio del Foro es ensordecedor.
Parece que los líderes de nuestras asociaciones y lobbies turísticos consideran el daño reputacional de este caos como un asunto menor, una nimiedad sin importancia. Y mientras, el ministro Hereu, descrito como un Iceta sin gafas y con un aire de saltarín jovial, ya ha respaldado el boicot a La Vuelta.
El periódico del propietario de Balearia, un claro ejemplo de patriotismo a su manera, no solo ha apoyado el boicot, sino que lo ha celebrado con entusiasmo. Netanyahu, alimentando su conflicto con Hamás, encuentra argumentos para seguir su curso gracias a las informaciones sesgadas de medios públicos y privados que respaldan a Sánchez.
Igual de callados están Adolfo Utor y su familia, fervientes defensores de causas progresistas, o Antonio Catalán, el hotelero más visible del país, ambos alineados con las directrices de Moncloa y Ferraz como si fuera una cuestión de vida o muerte, prefiriendo “patria o muerte” antes que “patria o libertad.”
Otro ex líder hotelero de Baleares, que últimamente parece buscar consuelo en los brazos de la señora Francina, también ha elogiado “el admirable comportamiento del pueblo español” durante la etapa final. En las islas ya lo apodan Bobito A.
Este mutismo de los lobbies refleja una España que, desde hace siglos, se ha caracterizado por su carácter cainita, tímido y centrado en lo inmediato. Con Gaza como excusa, este rasgo se ha acentuado bajo el influjo de políticos socialistas que han fracturado la Gran Transición iniciada por González. Más allá de llenar los bolsillos, patricios del turismo, hay que mirar más allá.