Cuba está marcando nuevos récords negativos en la llegada de visitantes, alcanzando cifras sin precedente en este siglo, salvo durante la pandemia. El ministro de Turismo, Juan Carlos García Granda, admitió la semana pasada ante el Parlamento que el sector atraviesa su peor crisis desde 2001, año marcado por los atentados del 11 de septiembre.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), citados por Cibercuba, hasta junio llegaron a la isla 1.306.650 viajeros, 319.654 menos que en el mismo período de 2024. De estos, 981.856 fueron turistas internacionales, una caída de 327.799 personas respecto al año anterior, lo que representa un descenso del 25% en el total de visitantes.
Incluso el turismo ruso, en el que Cuba había depositado esperanzas para revitalizar la industria, ha disminuido. Hasta junio, llegaron 63.708 rusos, 48.999 menos que los 112.707 registrados en 2024. Canadá, el principal mercado emisor, también se resintió, pasando de 577.624 a 428.125 visitantes.
La ocupación hotelera en el primer trimestre apenas alcanzó el 24,1%, dejando más del 75% de las habitaciones vacías, incluso en plena temporada alta. Las pernoctaciones cayeron de más de 5 millones a 3,6 millones, y los ingresos se redujeron un 21,5%, de 44.411 millones a 34.860 millones de pesos cubanos. Meliá, por su parte, reportó una baja del 20,8% en los ingresos por habitación disponible, con una ocupación promedio de 40,5%, muy por debajo de otros destinos caribeños.
El sector sufre el impacto de los apagones, que rondan las 20 horas diarias en la mayor parte del país. Los principales desafíos para Cuba incluyen restaurar la conectividad aérea con Latinoamérica, mejorar la calidad de sus servicios y diversificar tanto la oferta turística como los mercados de origen.